jueves, 3 de noviembre de 2011

Los crímenes de Laura: Un par de buenas amigas

Los crímenes de Laura:
Un par de buenas amigas.

Nivel de violencia: Moderado

Aviso a navegantes: La serie “Los crímenes de Laura” contiene algunos fragmentos con mucha violencia explicita. Estos relatos conforman una historia muy oscura y puede resultar desagradable a los lectores. Por lo tanto, todos los relatos llevarán un aviso con el nivel de violencia que contienen:

-Nivel de violencia bajo: El relato no contiene más violencia de la que puede ser normal en un relato cualquiera.
-Nivel de violencia moderado: El relato es duro y puede ser desagradable para gente sensible.
-Nivel de violencia extremo: El relato contiene gran cantidad de violencia explicita, sólo apto para gente con buen estomago.



Noa cerró el pequeño ordenador portátil, guardándolo junto a la carpeta y un par de bolígrafos en la mochila. Había sido un día bastante pesado, pero por suerte no hay mal que cien años dure. Salió del aula sin entretenerse demasiado, llevaba muchas horas de clase, y sólo quería descansar. Cuando salió al pasillo tuvo que esquivar a una compañera que siempre la entretenía más de la cuenta, aunque no pudo escaparse de un par de alumnas de primero que venían a interrogarla sobre un trabajo. Les dio largas, siendo todo lo imprecisa que pudo, y argumentando que tenía mucha prisa consiguió librarse de ellas. Joder, como estaban las chiquillas, las de primer año estaban para comérselas. Y más con el tiempo que hacía que no echaba un polvo.

Su ex novia se había largado hacía unas semanas con alguien más joven, y no es que ella no fuera joven, que va, es que siempre acababa liándose con alguno de esos culitos prietos que pululaban por la universidad. Obviamente procuraba ser lo más discreta posible, y siempre se aseguraba de no dar clase a ninguno de sus ligues, y si estudiaban en alguna facultad en la que ella no diera clase, mejor.

jueves, 27 de octubre de 2011

Los crímenes de Laura: Una foto esclarecedora


Los crímenes de Laura:
Una foto esclarecedora.

Nivel de violencia: Bajo

Aviso a navegantes: La serie “Los crímenes de Laura” contiene algunos fragmentos con mucha violencia explicita. Estos relatos conforman una historia muy oscura y puede resultar desagradable a los lectores. Por lo tanto, todos los relatos llevarán un aviso con el nivel de violencia que contienen:

-Nivel de violencia bajo: El relato no contiene más violencia de la que puede ser normal en un relato cualquiera.
-Nivel de violencia moderado: El relato es duro y puede ser desagradable para gente sensible.
-Nivel de violencia extremo: El relato contiene gran cantidad de violencia explicita, sólo apto para gente con buen estomago.



Laura se acercó a su mesa, y vio sobre ella una carpeta, que seguramente contenía el informe del agente al que había enviado a investigar a la empresa de mensajería. La abrió y leyó el escueto mensaje.

“La empresa de mensajería Planet Expres no existe: Debe ser una tapadera.”

Panda de inútiles, pensó. ¿Y para averiguar eso habían necesitado toda una mañana? De todas formas era algo que ya sospechaba desde el principio. Jamás había oído aquel nombre, y aunque seguramente no conocía todas las empresas de reparto de paquetes, cuadraba bastante. Ninguna empresa del sector hubiera entregado un envío semejante a casa de un juez, sobretodo de uno tan polémico como el juez Alonso, sin al menos comprobar su contenido a través de rayos, o, como mínimo, sin dar parte a la policía. De hecho, una entrega irregular como aquella, si la empresa hubiera existido, podría haberles acarreado bastantes problemas.

martes, 25 de octubre de 2011

Los crímenes de Laura: Un ejemplo para la comunidad.


Los crímenes de Laura: 
Un ejemplo para la comunidad.

 
Nivel de violencia: moderado.

Aviso a navegantes: La serie “Los crímenes de Laura” contiene algunos fragmentos con mucha violencia explicita. Estos relatos conforman una historia muy oscura y puede resultar desagradable a los lectores. Por lo tanto, todos los relatos llevarán un aviso con el nivel de violencia que contienen:

-Nivel de violencia bajo: El relato no contiene más violencia de la que puede ser normal en un relato cualquiera.
-Nivel de violencia moderado: El relato es duro y puede ser desagradable para gente sensible.
-Nivel de violencia extremo: El relato contiene gran cantidad de violencia explicita, sólo apto para gente con buen estomago.



El pequeño Hugo dormía plácidamente en su camita cuando su madre entró en la habitación primorosamente decorada. Él no pudo ver como la mujer abría las persianas, ni como apartaba las cortinas, pero si sintió el efecto de los rayos del sol calentando su cuerpo, y se removió en sueños.

-Mi pequeñín, despierta, ya es hora de levantarse –canturreó la joven madre mientras se tumbaba junto al niño-. Hace un día estupendo para que lo malgaste ahí tumbado.

-¿Dónde está papá? –preguntó Hugo mientras se desperezaba.

-Hoy no estará en casa, está muy ocupado- respondió la madre alegremente-. Se fue anoche después de… Da igual, hoy tenemos todo el día para nosotros.

El muchacho abrazó a su madre que se recostó junto a él, disfrutando de los arrumacos del pequeño. El joven Hugo se sentía feliz de poder pasar el sábado con ella sin ninguna interrupción. No era que no quisiera a su padre, si le quería, un niño debe querer a su padre, siempre le habían dicho eso, lo que nunca le habían especificado era si un padre debe querer a su hijo.

jueves, 20 de octubre de 2011

Los crímenes de Laura: Una maleta ensangrentada.

Los crímenes de Laura:
Una maleta ensangrentada.

Nivel de violencia: Bajo

Aviso a navegantes: La serie “Los crímenes de Laura” contiene algunos fragmentos con mucha violencia explicita. Estos relatos conforman una historia muy oscura y puede resultar desagradable a los lectores. Por lo tanto todos los relatos llevarán un aviso con el nivel de violencia:

-Nivel de violencia bajo: El relato no contiene más violencia de la que puede ser normal en un relato cualquiera.
-Nivel de violencia moderado: El relato es duro y puede ser desagradable para gente sensible.
-Nivel de violencia extremo: El relato contiene gran cantidad de violencia explicita, sólo apto para gente con buen estomago.



La detective Laura Lupo accionó el mando que abría a distancia su sedán camuflado y se sentó en el asiento mientras prendía un cigarrillo. Antes de poner en marcha el motor encendió la radio de onda corta que la mantenía comunicada con la central y solicitó la dirección a la que debía dirigirse. La respuesta no se hizo esperar y Laura arrancó el motor mientras activaba las señales lumínicas ocultas sobre el salpicadero del vehículo. Antes de apretar el acelerador, cogió un disco compacto y lo insertó en la ranura correspondiente.

“I can't use it anymore. It's getting dark, to dark to see”.

Laura aceleró el motor del vehículo mientras se alejaba de la comisaría a toda velocidad. Las señales luminosas acompañaban el ritmo de la melodía mientras se lanzaba a su frenética carrera por llegar cuanto antes a su destino. Ella sabía que todo aquel despliegue de autoridad no era necesario, ya no era tan temprano, y la hora punta había pasado, por lo que las calles no estaban demasiado concurridas, además, no importaba si llegaba un poco antes o un poco después, seguramente la zona ya estaba acordonada, y lo más probable fuera que los forenses estuvieran trabajando sobre el terreno. Pero a Laura, al igual que a muchas otras personas, le relajaba conducir, y sobre todo, le relajaba conducir a gran velocidad. Por suerte para ella, podía hacerlo.

viernes, 14 de octubre de 2011

Los crímenes de Laura: Un hombre malvado.


Los crímenes de Laura:
 Un hombre malvado.

Nivel de violencia: Extremo

Aviso a navegantes: La serie “Los crímenes de Laura” contiene algunos fragmentos con mucha violencia explicita. Estos relatos conforman una historia muy oscura y puede resultar desagradable a los lectores. Por lo tanto todos los relatos llevarán un aviso con el nivel de violencia:

-Nivel de violencia bajo: El relato no contiene más violencia de la que puede ser normal en un relato cualquiera.
-Nivel de violencia moderado: El relato es duro y puede ser desagradable para gente sensible.
-Nivel de violencia extremo: El relato contiene gran cantidad de violencia explicita, sólo apto para gente con buen estomago.



Bianca abrió los ojos y parpadeó varias veces hasta que sus ojos se acostumbraron a la poca luz penumbrosa que la deslumbraba. Le dolía la cabeza, tenía el cuerpo en una posición incomoda y notaba la boca pastosa. Intentó mover sus entumecidas extremidades y se sorprendió al descubrir que no estaba en su cama, si no sobre una superficie dura y fría. Pensó que se habría caído durante la noche y que debía estar sobre el suelo de su habitación. Pero eso no explicaba la desagradable sensación que sentía en todo el cuerpo. Recordó aquella noche, hacía muchos años, en las fiestas de su pueblo, en la que, habiendo una apuesta de por medio, había acabado con el contenido de una botella de tequila. Le vino a la mente la mañana siguiente a aquella hazaña. Pues en aquel momento se sentía de forma similar. Pero peor.

Intentó enfocar la mirada, pero no era capaz de identificar nada de lo que la rodeaba. Despacio, con cuidado, apoyándose con ambas manos, se incorporó para escrutar a su alrededor. Lo que vio la dejó momentáneamente noqueada. Desde luego, aquella no era su habitación. Entrecerrando los ojos para protegerse de la escasa luz que se filtraba por una pequeña trampilla y que le quemaba las retinas, fue capaz de deducir que se hallaba en un sótano polvoriento, con cajas apiladas entre sinfín de muebles viejos. También pudo ver que ella se encontraba sobre una mesa en una zona que parecía haber sido despejada por el método de amontonar todo lo que antes allí había en un rincón.

De pronto un ruido, un vuelco al corazón. Una puerta que chirría al abrirse, un pánico descontrolado que sube por la espalda. Unos pasos que bajan escaleras, una mujer aterrorizada que se tumba sobre la mesa, que cierra los ojos con fuerza, deseando, paradójicamente, despertar.

lunes, 10 de octubre de 2011

Los crímenes de Laura: Un día como otro cualquiera.

Los crímenes de Laura:
Un día como otro cualquiera.

Nivel de violencia: Bajo

Aviso a navegantes: La serie “Los crímenes de Laura” contiene algunos fragmentos con mucha violencia explicita. Estos relatos conforman una historia muy oscura y puede resultar desagradable a los lectores. Por lo tanto, todos los relatos llevarán un aviso con el nivel de violencia que contienen:

-Nivel de violencia bajo: El relato no contiene más violencia de la que puede ser normal en un relato cualquiera.
-Nivel de violencia moderado: El relato es duro y puede ser desagradable para gente sensible.
-Nivel de violencia extremo: El relato contiene gran cantidad de violencia explicita, sólo apto para gente con buen estomago.



La detective Laura Lupo abrió los ojos y se preguntó donde estaba. No era su cama, de eso estaba segura. Levantó ligeramente la cabeza para inspeccionar a su alrededor pero se vio obligada a dejarla caer sobre la almohada, por las punzadas de dolor que el movimiento repentino le había causado. Ahora ya, prevenida, Laura intentó incorporarse con más calma, despacio, permitiendo que su dolorida cabeza se acostumbrara al cambio de posición.

Primero observó al hombre que enredado entre las sabanas le daba la espalda, aún dormido. No recordaba su nombre, ni siquiera recordaba su aspecto, pero sí recordaba que era bastante aceptable en la cama. Contempló durante unos segundos el culo de su amante, y se dijo a sí misma que por muy borracha que se pusiera, seguía teniendo buen gusto. Hizo un esfuerzo por intentar recordar, pero tan sólo consiguió entrever una noche cualquiera, una noche de bar en bar, de copa en copa, intentando olvidar, intentando encontrar consuelo.


viernes, 7 de octubre de 2011

Isabela Capitulo 8: Crónica de una muerte anunciada

Aviso: Este último relato que cierra la serie Isabela es el más oscuro y duro de toda la saga, con bastante agresividad y violencia. Avisados quedáis. A partir de aquí, el que decida continuar, que sea bajo su propio riesgo.



Isabela cruzó a grandes zancadas la verja ornamental y atravesó sin detenerse, casi de forma altiva, orgullosa, el florido jardín que daba la bienvenida, por lo general, a tristes visitantes. Cualquiera que se hubiera detenido a observarla, habría supuesto que se trataba de una viuda en duelo que iba a visitar a un esposo recientemente fallecido. Sus negros ropajes, ceñidos pero sobrios, la pamela negra y el ramo de flores, así la delataban.

Pero el observador anónimo que hubiera podido pensar tal cosa se equivocaba. Isabela sí vestía duelo, y aunque lloraba la perdida de un esposo querido, no lloraba su muerte. Él vivía, pero vivía lejos de ella.

Isabela recorrió las hileras de tumbas hasta detenerse frente al lugar de descanso que buscaba. El ramo que acarreaba la mujer se estrelló con furia contra la losa de mármol y las flores se desperdigaron por el suelo.

-Maldito hijo de puta –gritó la mujer a nadie en particular-. Eres un maldito hijo de puta, tenía que decírtelo. Lo jodiste, lo jodiste todo.

Isabela se derrumbó sobre el frío suelo y rompió a llorar mientras maldecía.

-Podíamos haber sido felices, pondríamos haber vivido una vida plena. Podrías haberte olvidado de mí. Tú también podrías haber sido feliz sin nosotros.

Las lágrimas de la mujer anegaban sus ojos y caían por sus mejillas formando ríos de amargura.

-Ahora lo hemos perdido todo, los tres. Y Guillermo será el que pague por nuestros errores. Por tu mala fe, por mi ingenuidad.


lunes, 3 de octubre de 2011

Isabela Capitulo 7: La Grande Dame Rosé.

El lujoso vehículo se detuvo junto a la pareja que, sin dudarlo, se montó en él, abandonando temporalmente sus obscenos quehaceres. Había llegado un punto en el que la mezcla de alcohol, droga y excitación les permitía traspasar las barreras de la decencia y entregarse el uno al otro de una forma casi animal.

El chofer, que podía observarlos a través del bajado cristal de la mampara que separaba la cabina del resto del coche, contempló como la pareja subía a la parte trasera de la limusina. Ella, sin nada que le cubriera su parte superior, se recostó en el largo asiento de cuero, mientras él, visiblemente turbado, se subía sobre la mujer y besaba su cuello pasionalmente. El conductor de limusinas era un hombre experimentado, llevaba muchos años conduciendo grandes y lujosos vehículos en muy variadas ocasiones y para públicos muy dispares. Pero no era la primera vez, ni sería la última, que trasladaba a un hombre adinerado que compartía velada con alguna furcia. Así que no se asombró más allá de lo que cualquier taxista se hubiera sorprendido al recoger a una pareja de adolescentes borrachos una noche de sábado. 

-¿Adónde vamos, señor?

-Donde quiera, demos un paseo por ahí -respondió Guillermo sin apartar los labios del cuello de su esposa.


viernes, 30 de septiembre de 2011

Isabela Capitulo 6: En memoria de otra época.

Salieron del local, Isabela excitada y Guillermo algo molesto por el incidente. Decidió no darle mayor importancia, después de todo aquello era solo un teatro, una fantasía, un espejismo. Ella no era así, ella era distinta, todo era un juego. Guillermo se convenció a sí mismo repitiendo estos argumentos hasta que los creyó totalmente. No había de que preocuparse, sólo debía disfrutar del momento.

Atravesaron la puerta del local y al salir a la calle Isabela beso apasionadamente a su marido descubriendo la sorpresa que este le había reservado. Una lujosa limusina negra estaba aparcada frente al restaurante. Nada más verla Isabela supo que la había alquilado su marido hacía pocos minutos con aquella llamada misteriosa.

-No debías haberlo hecho.

-Me apetecía cuidar a mi chica, y a mi puta.

-Pero eso rompe la fantasía- protestó Isabela sin demasiada convicción.

-Romperá la tuya, monada, yo siempre he deseado tirarme a una puta en un trasto de estos.

-No lo dices en serio.- A pesar de todo a Isabela no le gustó aquel comentario. Aunque ahora sentía que no tenía motivos para desconfiar de su marido, las palabras del amigo discorde de ambos le habían vuelto a la mente repentinamente. Sintió un repentino nudo en estomago que no supo explicarse ni siquiera a sí misma. Ella había sido la infiel, ella había ideado la fantasía, ella había coqueteado frente a otros hombres mientras jugaba a aquel juego peligroso, incluso fantaseó con encontrarse a su hombre en manos de otra mujer cuando fue a buscarlo al despacho. Y ahora no entendía por qué aquel comentario la había molestado tanto. Guillermo sólo interpretaba el papel que ella le había asignado, y no tenía derecho a sentirse ofendida. -¿Verdad?

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Isabela Capitulo 5: Redención.

Isabela atravesó la puerta del edificio y sintió inmediatamente el fresco de la noche nueva sobre cuerpo semidesnudo. El sol se había escondido ya tras los altos edificios y la luna, siempre cómplice de la lujuria y la vergüenza, la observaba desde las alturas. Aunque la temperatura de aquella noche primaveral era más que agradable, la fresca brisa recorrió cada centímetro de su piel, haciéndola estremecer. Confiaba en que Guillermo se apresurara, porque temía coger una pulmonía si seguía mucho tiempo expuesta de aquella manera. Miró a su alrededor esperando encontrar el coche de su marido, pero solo fue capaz de distinguir la libidinosa mirada de un transeúnte que se acercaba caminando por la acera. El primer sentimiento fue de miedo, de vergüenza, intentó encogerse, pasar desapercibida, que aquel hombre dejara de comérsela con la mirada, que apartara aquellos ojos hambrientos de su cuerpo. Pero al instante fue consciente de su nueva situación. Esta noche había dejado de ser la niña buena, esta noche debía interpretar un papel, le gustara o no. Y estaba descubriendo más deprisa de lo que imaginaba que sí le gustaba.

Isabela se giró para encararse con el hombre que se acercaba y le sonrió de forma pícara. Ahora quería ver que efecto era capaz de producir en aquel pobre infeliz. El hombre le devolvió la sonrisa y aminoró el paso para disfrutar del espectáculo que aquella fulana parecía querer dedicarle. Isabela se sorprendió descubriendo su propia excitación y subió las manos acariciándose la tripa desnuda hasta que las detuvo bajo sus senos empujándolos hacia arriba para realzarlos más, si aquello era posible. Deslizó su mano derecha hasta agarrar la pequeña faldita por el exterior del muslo y la subió lo suficiente como para dejar totalmente descubierta su pierna derecha y permitir que el hombre viera sino total, por lo menos si parcialmente, su entrepierna.


sábado, 24 de septiembre de 2011

Isabela Capitulo 4: El castigo que una puta merece.

Pobre muchacho, pensó Narciso Portobello mientras repasaba el expediente. Sinceramente no podía sentir más que lástima por el chaval. Pero así son las cosas, la vida no siempre era justa. Y más ahora, con los tiempos que corren. Antes, antes el amor sí que era para siempre. Ahora una pareja se casaba para descubrir a los pocos mese que ya no se querían. Eso ni es amor ni es nada. El amor es sacrificio, es aguante, es solidaridad y sobretodo es sufrimiento. Aunque para los jóvenes, pensó Portobello, nada de eso tiene ya sentido. Ellos solo piensan en el instante, en el momento. ¡Jóvenes! Narciso sacó una caja de fósforos del cajón de su escritorio y encendió una de las pequeñas cerillas diestramente. Se la quedó observando durante unos segundos para acto seguido aproximarla al gran puro que sostenía entre sus dientes. Cuando la llama entró en contacto con la reseca hoja enrollada aspiró profundamente, haciendo que la cerilla y el puro se fundieran en uno solo. Aquello era amor. El fuego y la pasión eran lo primero, la primera bocanada, el sabor de la primera calada. Y luego solo quedaba la lenta combustión. La unión permanente entre el fuego y la planta. Sus pensamientos fueron bruscamente interrumpidos por unos irregulares golpes sobre la puerta de su despacho.

-Comisario Portobello, disculpe, nos dijo que le avisáramos cuando llegara el abogado.- Dijo un joven agente de policía asomando tras la portezuela.

-Bien, sí, bien. Sí que lo dije… Bien, hágalo pasar eh… pasar a mi despacho.- El comisario Portobello ordeno sus pensamientos rápidamente mientras el abogado se sentaba frente a la mesa en una de las pequeñas y viejas sillas.

-Me gustaría entrevistarme con mi cliente en cuanto sea posible, por favor.- Francisco Olmos estaba algo desconcertado por aquella reunión. Al entrar en el edificio e identificarse como abogado de Guillermo Tortajada y tras unos minutos de espera uno de los agentes lo había conducido a aquel despacho. Francisco Olmos no era abogado penalista, pero estaba casi convencido que había allí algún fallo de protocolo.


miércoles, 21 de septiembre de 2011

Isabela Capitulo 3: Engaño consumado

Estaba claro que Guillermo no sospechaba nada. ¿Y como iba a sospechar? Pobre ingenuo, se lo tenía merecido por confiar tanto en él. Ignaki sonrió con malicia mientras volvía al lado de su amada. Isabela volvía a estar acurrucada en el sofá, con el rostro enterrado entre sus manos. Ignaki se sentó junto a ella y la abrazó mientras intentaba apartar sus delicados dedos para besarla. Isabela descubrió su rostro y miró a su amigo con lágrimas en los ojos.

-Esto no está bien, debería volver a casa, debería hablar con Guillermo.- Dijo Isabela intentando secar sus ojos con el dorso de la mano.

-No, no, ahora ya no puede ser. He hablado con él y le he dicho que te habías quedado dormida. Mañana lo verás todo con mucha más claridad, seguro.

-¿Ya has hablado con él? ¿Qué te ha dicho?- Pregunto Isabela esperanzada.

-No me es fácil decirte esto, de verdad.

-¿Qué te ha dicho?- Los ojos de Isabela volvieron a inundarse de lágrimas.

-Me ha dicho que le daba igual, que hicieras lo que quisieras, que no le importaba en lo más mínimo donde pasaras la noche. Creo que no estaba solo.


lunes, 19 de septiembre de 2011

Isabela Capitulo 2: Aquello que nunca debió suceder.

Las lágrimas surcaban las mejillas  de Isabela acurrucada en el sofá de su casa. La culpa era suya, toda suya. Y ahora los había perdido a ambos. Y sabía que se lo merecía. Todo el sufrimiento, todo el dolor, todas las lágrimas que derramaba eran justas y merecidas. Como había sido capaz de hacer lo que había hecho con las dos personas a las que amaba. Pero los que no lo merecían eran Guillermo e Ignaki. A Guillermo lo amaba con toda su alma, a pesar de todo, a pesar de haberlo engañado, a pesar de que su marido había matado a su amante, a pesar de todo lo seguía a amando. Y ahora estaba detenido. A Ignaki,  a Ignaki realmente nunca lo había amado. Le quería, sí que le quería, mucho, pero no de la misma forma. Solo había sido un buen amigo que había estado ahí cuando lo había necesitado. Guillermo pasaba mucho tiempo trabajando y ella se sentía sola. Y allí estaba siempre Ignaki, siempre ofreciéndole consuelo, ofreciéndole apoyo. Y al final, un día, sin saber como, había sucedido. Se habían acostado. ¿Cuánto hacía de aquello? Al menos un año.

Nunca debió pasar. Ahora se arrepentía de todo. Ahora su amado estaba encerrado y su amigo muerto. Y todo por su culpa. Había sido ella. Ella era la responsable. Hablaría con la policía, con el juez, con quien fuera. Diría que ella había apretado el gatillo. Diría que ella había asesinado a su amante. Que su marido era inocente de todo, que las huellas del arma las había puesto él allí intencionadamente para encubrirla. Que ella era la responsable de todo. Y aunque realmente no había apretado el gatillo se sentía responsable al ciento por ciento de todo lo que había pasado. Era todo culpa suya. Había matado a su amigo y metido entre rejas a su amado. Era culpa suya. Isabela alargó la mano hasta alcanzar la botella de Bourbon que reposaba en la mesilla y le dio un trago. El sabor del licor se mezcló con el de sus propias lágrimas. ¿En qué momento había empezado todo a torcerse? No lo sabía. Tal vez fue aquel primer beso, aquél primer momento de flaqueza, aquél primer gran error.


viernes, 16 de septiembre de 2011

Isabela. Capitulo 1: Una historia de tres, una noche de boda.

El teléfono del despacho del señor Francisco Olmos sonó sobre la gran mesa repleta de papeles que ocupaba el centro de la pequeña estancia. El hombre sentado en la butaca de oficina dejó los papeles que estaba leyendo y descolgó el auricular. Una voz femenina, de una mujer joven habló nada más descolgar el aparato.

-Señor Olmos, tiene una llamada.

-Clara, te he dicho que no me pasaras llamadas- contestó el señor Olmos desde su despacho –Estoy muy liado archivando los documentos pendientes.- Francisco Olmos era muy meticuloso con sus papeles y siempre se encargaba personalmente de organizarlos.

-Me parece que esto es importante, creo que debería contestar.

-Adelante pues. Pásame la llamada.

El aparato telefónico emitió una serie de pitidos mientras Clara, la secretaria del señor Olmos, traqueteaba con el terminal situado tras la puerta cerrada del despacho. Francisco Olmos escuchó los pitidos del aparato pensando que tal vez ya era hora de cambiar esos viejos teléfonos interconectados. Pero la verdad es que el negocio no iba demasiado bien y los gastos innecesarios eran… eso, innecesarios. Los grandes bufetes de abogados estaban mucho más capacitados que él y su secretaria para captar nuevos clientes, y en la abogacía, sin grandes cuentas, era difícil mantenerse. Pero lo que en ese momento no sabía el señor Olmos, era que su suerte estaba a punto de cambiar.